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Tras el parón estival, septiembre se convierte en un punto de inflexión clave para las organizaciones. Más que un simple regreso a la rutina es una oportunidad estratégica para recuperar el foco, revitalizar la energía de los equipos y reforzar el compromiso con los objetivos del último período del año. En este contexto, Recursos Humanos desempeña un rol esencial: facilitar una transición fluida y crear las condiciones necesarias para que líderes y equipos retomen la actividad con claridad, motivación y una alineación firme con las prioridades del negocio.  

1. La vuelta como oportunidad de reconexión 

Los meses de verano, aunque necesarios para la desconexión, a nivel organizativo puede derivar en una cierta desconexión estratégica. Muchos profesionales regresan con energía, pero sin una visión clara de hacia dónde se dirige el equipo o qué se espera de ellos en el cierre del año. 

Por eso, el primer paso es promover una reconexión intencional, con el propósito de la organización, con los objetivos grupales y con la dinámica del equipo. Comenzar septiembre con una reunión de bienvenida, sesiones de planificación o dinámicas grupales ayuda a generar cohesión, alinear expectativas y retomar el rumbo con claridad. 

2. Conectar la motivación del equipo con los objetivos estratégicos 

La motivación que suele acompañar al regreso de las vacaciones puede carecer de una dirección clara. En este contexto, es clave orientar esa motivación hacia objetivos claros, realistas y vinculados a los resultados esperados. 

Para ello, hay que contar con un marco de objetivos bien estructurado. Desde el departamento de Personas, se puede impulsar la revisión o activación de metodologías como los OKRs (Objectives and Key Results) o KPIs adaptados a cada área, asegurando que los equipos comprendan el impacto de su contribución en los resultados generales. 

No obstante, son los managers quienes desempeñan un rol clave al traducir esos objetivos en acciones específicas, conectar las metas con la motivación individual y reforzar el propósito en la dinámica diaria del equipo. 

Además, RRHH puede fomentar espacios de planificación conjunta entre líderes y sus equipos, integrando objetivos estratégicos con iniciativas de desarrollo profesional, lo que refuerza el compromiso, la implicación y la percepción de progreso individual. 

3. Liderazgo empático y foco sostenible 

Uno de los errores más habituales tras un periodo de pausa es entrar directamente en “modo sprint”, generando un pico de actividad que no siempre se traduce en resultados sostenibles. En este punto, el liderazgo vuelve a ser clave. 

Un manager eficaz no es quien acelera de inmediato, sino quien restablece el foco del equipo manteniendo el equilibrio entre rendimiento y bienestar. Desde RRHH, esta labor puede reforzarse mediante formaciones breves en liderazgo emocional, gestión de equipos híbridos o feedback constructivo. 

Durante las primeras semanas, conviene combinar exigencia con escucha activa: reuniones 1:1, dinámicas de evaluación del clima laboral y seguimiento de hitos semanales ayudan a mantener un ritmo saludable y alineado. 

4. Comunicación interna como herramienta de alineación 

La comunicación interna debe ser especialmente clara, motivadora y orientada a metas. Las campañas de bienvenida, newsletters internas o mensajes de dirección pueden tener un gran impacto si se enfocan en: 

  • Reconectar con la visión de empresa. 
  • Poner en valor los logros del primer semestre. 
  • Compartir los desafíos del Q4 con transparencia. 

Incluir a los managers en este flujo comunicativo es esencial. RRHH puede proporcionar el kit de comunicación con mensajes clave, plantillas o dinámicas breves para que cada líder de equipo refuerce la narrativa común en su área. 

5. Bienestar y rendimiento: equilibrio imprescindible 

Por último, no se puede hablar de motivación sostenible sin hablar de bienestar. El departamento de personas debe acompañar la vuelta al trabajo con iniciativas de salud mental, hábitos saludables y gestión del estrés. Pero más allá de acciones puntuales, es importante construir una cultura donde el rendimiento no esté reñido con el equilibrio personal. 

Programas de flexibilidad, microdescansos, pausas activas o políticas de desconexión digital pueden marcar la diferencia en un trimestre donde la exigencia suele aumentar. 

Conclusión 

Las organizaciones que abordan septiembre como una simple “vuelta al trabajo” pierden una oportunidad estratégica. En cambio, aquellas que lo entienden como un momento de reconexión, motivación y realineamiento, marcan el tono del último trimestre con intención y liderazgo. 

El trabajo coordinado entre Recursos Humanos y los líderes de equipo permite crear un entorno de claridad, motivación y compromiso que se traduce en mejores resultados, mayor cohesión y una experiencia laboral más positiva.